¿ LO QUIERO O LO NECESITO ?
La respuesta a ¿ Lo quiero o lo necesito ? es lo que traerá luz ante la disyuntiva de adquirir un bien o servicio partiendo de qué realmente es prioritario
La respuesta a ¿ Lo quiero o lo necesito ? es lo que traerá luz Ante la disyuntiva de adquirir un bien o servicio es necesario cuestionarse si es una necesidad o un deseo. Idealmente la respuesta a esta pregunta determinaría la erogación del dinero. Sin embargo, no es común que las personas se cuestionen antes de hacer algún gasto.
De acuerdo con el mercadólogo Enrique Rojas “En la actualidad el 70 por ciento de las compras se determinan por decisiones del corazón”[1]en otras palabras son fruto de las emociones. De ahí nace el Marketing Emocional, incentivando el impulso repentino de adquirir un bien o servicio; aludiendo a una experiencia de compra, en donde la personas se abstraen de su realidad para ubicarse dentro del “mundo ideal” de ese producto para comprarlo; eliminando de la ecuación la razón o planificación del consumidor, para que la persona lo adquiera en función de la emoción y no su necesidad.
Sin embargo, aunque es válida esta táctica comercial, la persona debe procurar acceder a aquello que realmente necesita y no a un “deseo” creado por un conjunto de estrategas comerciales. En ese sentido, se sugiere establecer parámetros que definan y separen el deseo de la necesidad; con el fin de estar en control y balance financiero.
Para esto se deben responder las siguientes preguntas:
- ¿Lo quiero o lo necesito?
- ¿Si no lo compro ahora qué puede suceder?
- ¿Tengo dinero suficiente para comprarlo?
- ¿Cómo afecta mi presupuesto?
- ¿Puede esperar?
Estas cinco respuestas deben arrojar luz ante la decisión de adquirir un bien o servicio, diferenciado el deseo de la necesidad. Permitiendo tener criterios claros y precisos en el patrón de consumo personal.
Satisfacer los deseos es bueno, necesario e importante. Permiten tener balance en la vida y son sinónimo de una gestión adecuada del dinero. Sin embargo, por sobre todas las cosas, debe existir un sentido de prioridad de las necesidades sobre los deseos, de manera que se logre solventar los gastos fijos sin tener que caer en falta de liquidez para luego financiarlos.
[1] (Pool, 2009)
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