Uno de los principales retos dentro de la gestión financiera es mantener la disciplina del ahorro. Esto porque ahorrar no es una tarea fácil; implica estar enfocado(a) en los objetivos y mantener una actitud coherente ante la consistencia que merece ahorrar. Sin embargo, no siempre se logra tener un buen sistema de ahorro, y por ende, no se hace efectivamente. En ese sentido queremos abordar la manera en que se pueda crear un sistema de ahorro efectivo.

¿Cómo crear un buen sistema de ahorro?

Un sistema de ahorro es aquel que logra combinar tres elementos básicos: Objetivos, organización y disciplina. Por lo tanto, la efectividad del mismo depende de cómo se equilibran estas variables de manera funcional y que ellos permitan elaborar las pautas y parámetros que moldearán la conducta del ahorro.

Estos tres elementos tienen una importancia cardinal ya que los objetivos sugieren propósitos y por lo tanto metas. Significando esto que cuando se logra definirlos entonces se crea un marco conductual que esquematiza la acción del ahorro. Mientras que la organización plantean las estructuras que sostienen el sistema. Es decir, la persona que aplica la organización a su sistema impone el orden y la priorización de las acciones que permitan el ahorro.

Cuando las personas parten de estos dos principios (orden y la priorización) entonces se crean estructuras de importancia para los distintos tipos de ahorros que se están llevando. Por ejemplo, si una persona se plantea como objetivo crear una contingencia de capital para la creación de un negocio, entonces canalizará el recurso dinero a lograr esta meta, teniéndola como prioritaria, aunque esto no quiera decir que deja a un lado otros objetivos como ahorrar para vacaciones, para adquirir algún bien, etc.

Lo importante en todo esto es tener claro que el segundo elemento de la organización, cuando se plantea de manera adecuada, facilitará el desarrollo del tercer elemento que es la disciplina.

La disciplina es definida como un conjunto de leyes o reglamentos que rigen a ciertos cuerpos o entidades[1] tales como la Iglesia, el ejército, etc. Por lo tanto, cuando aplicamos la disciplina a un buen sistema de ahorro, lo que se está incitando es a que se establezcan normas que lo dirijan. Esto quiere decir que se deben definir las pautas sobre las cuales se van a llevar a cabo el ahorro y que ello sirva de punto de referencia a la hora de tomar decisiones. En otras palabras, la disciplina mantiene el curso de la acción tomando como referencia un acuerdo o regla establecido.

¿Cómo hacer un ahorro efectivo?

Luego de haber abordado los elementos que componen el sistema de ahorro, la pregunta que surge es ¿Cómo hacerlo que sea efectivo? ¿Cómo lograr que cumpla su cometido?

La respuesta a estas interrogantes es planificación.

La planificación da a las personas un sentido de compromiso. Esta establece la ruta que se va a tomar para lograr las metas que se quieran alcanzar. Cuando se planea se contemplan distintos escenarios, tano adversos como favorables, que inciden en el desarrollo del ahorro efectivo, y dichos escenarios sugieren las estrategias necesarias para logarlo.

Carecer de planificación invita a que el ahorro se torne en una actividad de acumulación y no de propósitos conforme a las expectativas planteadas. Y para lograr una buena planificación lo determinante es cumplir los tres elementos del sistema de ahorro: Objetivos, organización y disciplina. Por lo que se crea una interdependencia entre ambos permitiendo así el éxito en cualquier proyecto de ahorros personales.

En ese sentido, si necesita profundizar en el tema del ahorro le invitamos a adquirir el libro “Cómo ahorrar y ganar dinero en tiempos de crisis” escrito por Elena Martinez-Esteve haciendo clic en la imagen de abajo.

[1] (García-Pelayo y Gross, Ramón, 1994)